Joe es América
Una periodista del New York Times escribió acerca de él: “No es por
los récords de DiMaggio que lo recordaremos, él es más recordado
por la persona de Joe DiMaggio. Permanece como símbolo de exce-
lencia, poder y, seguro, de caballerosidad”. Hay veces que la figura
de un deportista traspasa cualquier lógica y se hace un hueco en el
corazón de un pueblo, de una nación. Es el caso de Joseph Paul Di-
Maggio (Martínez, 1914).
De origen italiano por parte de padre, un pescador que se ganaba la vida
en su tierra, Sicilia. Su padre, Giuseppe DiMaggio, nació en Isola delle Femmine. Joe es el octavo de nueve hijos. Antes del nacimiento de Joe, la familia DiMaggio decidió cambiar el curso de sus vidas, buscando un futuro mejor. Era una época difícil, por eso el matrimonio DiMaggio decidió emigrar de Italia. A principios del siglo XX, entre el año 1900 y 1915, dos millones de italianos buscaron cambiar su destino en los Estados Unidos de América. Sin embargo, la familia DiMaggio había hecho el desembarco en Estados Unidos dos años antes. En 1898, la familia siguió más allá de donde se quedaban la gran mayoría de italianos, Nueva York, y acabó en San Francisco. Un lugar muy apropiado para que el padre de familia siguiera ejerciendo la labor de pescador. Joe creció en los alrededores de los muelles donde trabajaba su padre. DiMaggio empezó a jugar con sus amigos usando piedras como bases, con la mano desnuda por la ausencia de guantes y con remos como bates, tanto en su tiempo libre como en los recreos de la escuela Galileo de San Francisco, donde se formó. El travieso Joe se escapaba de su padre para no ir a ayudarle al muelle de San Francisco, ya que DiMaggio odiaba ir a pescar por el olor que le quedaba impregnado. El béisbol ya era una escapatoria para él: pese a que pasaba el rato con sus amigos, Joe no era un gran apasionado del deporte.
Decidido a no oler a pescado para siempre, comenzó a trabajar repartiendo
periódicos. El béisbol quedaba un poco de lado en su vida, pero sería por poco tiempo. Su hermano Vince firmó por los Seals de San Francisco de ligas menores y empezó a ganar una cierta cantidad de dinero, no demasiado pero más de lo que ganaba DiMaggio y el trabajo era mucho mejor que repartir periódicos. Por eso, Joe decidió que debía volver a la práctica del deporte, aunque no le apasionara tanto como la gente podría pensar. Antes de firmar por los Seals de San Francisco, como su hermano, Joe DiMaggio ya destacó en la liga local. Lideró al equipo de sus amigos hasta la final y en ella ya bateó dos jonrones. Fue el primer momento ‘clutch’ de la honorable carrera de Joseph Paul DiMaggio.
COMIENZOS DE LA CARRERA DEPORTIVA
En su primer año en ligas menores con los Seals de San Francisco, Joe DiMa-
ggio bateó durante 61 partidos consecutivos con al menos un hit, asombrando a compañeros, entrenadores y ojeadores de las mayores, que se dejaban caer por decenas en los estadios donde Joe jugaba. Tuvo un promedio de bateo de .340 con 28 jonrones y 169 impulsadas. Esos 61 partidos con hit de Joe DiMaggio en ligas menores serían el preludio de algo que pasaría unos pocos veranos después. Aún hoy en día, esa hazaña es denominada como la mayor de un deportista en toda la historia. Sin embargo, Joe no se dejó impresionar y siguió al año siguiente con un nivel asombroso: ya era conocido en todo el país.
En aquella época, sin las comunicaciones de ahora, era muy difícil que la gente te conociera jugando en las menores. Joe lo consiguió. DiMaggio, eterno exterior central de los Yankees de Nueva York, no empezó jugando en los Seals patrullando los bosques. Su hermano Vince, que ya jugaba en el equipo cuando Joe repartía periódicos, supo que el equipo necesitaba a alguien en el campocorto y decidió recomendar a su hermano a la gerencia de los Seals de San Francisco. Por eso, cuando Joe DiMaggio entró en el equipo, empezó siendo un jugador de cuadro, era el campocorto del equipo. Sin embargo, dentro de la primera temporada ya acabó su desempeño en el exterior central. Fue movido
muy pronto y apenas jugó algunos partidos en el campocorto.
Al finalizar la segunda temporada, varios equipos se interesaron por Joe.
Unos de los que más atención puso sobre él fueron los Chicago Cubs. La histórica organización de Wrigley Field cometió un nuevo error, como históricamente llevan haciendo durante más de 105 años (tiempo que llevan sin ganar una Serie Mundial). La organización de Illinois declinó el fichaje del joven Joe por una pequeña lesión que arrastraba el pelotero de origen italiano, ocasionada tras incorporarse mal a la salida de un taxi. Los Cubs no estaban dispuestos a pagar 25.000$ por un jugador lesionado. Pronto se darían cuenta de su error. Otros sí decidieron asumir ese gasto.
El interés empezó a surgir en los Yankees de Nueva York, que ya le seguían
hacía tiempo mandando diferentes ojeadores a sus partidos de la Costa Oeste. Los Bombarderos del Bronx apostaron fuerte por DiMaggio y compraron sus derechos a los Seals de San Francisco por 25.000 dólares y cinco jugadores: Edward ‘Doc’ Farrell, Floyd Newkirk, Jim Densmore, Les Powers y Ted Norbert. Pocas veces antes un equipo de las mayores intercambia tantos jugadores por uno sólo. Sin embargo, los Yankees creían que era mejor que DiMaggio tuviese un tercer año en San Francisco, por lo que permitieron a Joe jugar un año más en su casa. Antes de llegar a un acuerdo hubo encontronazos. Los Yankees ofrecían 8.000$ y DiMaggio creía merecer algo más.
Hubo unos días o semanas de tensión, ya que Joe se negaba a firmar. Por
suerte para los Yankees, DiMaggio entró en razón y firmó por esa cantidad.
Tras la tormenta del fichaje Yankee, DiMaggio empezó su tercera temporada
con los San Francisco Seals y su rendimiento, como no podía ser de otra for-
ma, siguió en ascenso. Tuvo un promedio de bateo de .398 con 34 jonrones
y 154 impulsadas.
CON LOS GRANDES
Para DiMaggio supuso una aventura empezar con los Yankees. El joven ju-
gador de la Costa Oeste nunca había salido más allá de las Rocosas, pero
tenía que viajar en coche desde San Francisco hasta la Florida, lugar donde
los Yankees de Nueva York empezaban con los entrenamientos de primave-
ra, algo así como la pretemporada para los equipos de las Grandes Ligas de
béisbol. Sin embargo, Joe no hizo solo ese largo y pesado viaje cruzando los
Estados Unidos. Sus acompañantes eran de lujo, nada más y nada menos
que Frankie Crosetti y Tony Lazzeri. Dos estrellas consagradas de los Bom-
barderos del Bronx que también era originarios de San Francisco y, como
evidencian sus apellidos, de claro origen italiano, como Joe DiMaggio. Qui-
zás esa coincidencia hizo entrar a DiMaggio muy bien en el grupo, ya hecho,
de los Yankees. El propio Frankie Crosetti se ofreció a ser su compañero de
habitación durante la concentración primaveral. El mánager del equipo, Joe
McCarthy, le recibió con los brazos abiertos y simplemente le pidió que dis-
frutase del momento: divertirse jugando a béisbol era lo más importante. El
legendario McCarthy sabía el diamante que tenía entre manos.
Joe DiMaggio causó una magnífica impresión en los primeros compases de
la pretemporada, en sus primeros 20 turnos al bate pegó 12 hits y la voraz
prensa neoyorquina, desplazada al cuartel general de los Yankees de Nueva
York en la Florida para los entrenamientos de primavera, empezó a llenar columnas, artículos de opinión y portadas de prensa y radio con la cara y el
nombre de su nuevo jugador, el rookie más esperado.
Pronto llegó el primer revés: como sería muy común en su carrera, Joe sufrió un percance que le mantuvo lejos del terreno de juego durante un tiempo. A tan sólo una semana del Opening Day, los Yankees anunciaban que Joe DiMaggio sería baja y se perdería el comienzo de la temporada regular al sufrir quemaduras en una pierna por un tratamiento de diatermia llevado por el propio médico del equipo, el Dr. Harry G. Jacobi. La preocupación se instaló en Nueva York: tardarían unos días más en ver debutar a su nuevo jugador. Esto provocó un fenómeno sin precedentes. Empezó la temporada con DiMaggio lesionado y las oficinas del Yankee Stadium echaban humo. De manera sorprendente, el efecto DiMaggio ya era imparable. La casa de los Yankees recibía más de cien llamadas diarias preguntando por la disponibilidad de Joe DiMaggio. Ante la negativa, muchos aficiones mostraban su indignación y decidían no gastarse el sueldo en sacar una entrada. Una corriente mediática nunca vista para un rookie en los Estados Unidos. Finalmente, el 3 de mayo de 1936, los Yankees de Nueva York informaban que el debut de su nuevo jugador, el chico de San Francisco de origen italiano, estaba preparado. El debut supuso una expectación máxima en el Bronx y Joe no defraudó a sus ansiosos nuevos hinchas. En su primer turno al bate como profesional, Joe conectó hit al jardín central. En total, Joe fue seis veces a la caja de bateo esa primera tarde en el Yankee Stadium, en las que pegó tres hits (dos sencillos y un triple). Jack Knott, de los Browns de St.Louis, fue el primer pitcher en sufrir el devastador poder al bate del histórico número 5 de los Yankees, aunque, curiosamente, DiMaggio debutó como profesional con el 9 a la espalda. Los Yankees ganaron ese partido por 14-5. El 10 de mayo llega su primer cuadrangular en Grandes Ligas. Como no podía ser de otra forma ocurre también en el Yankee Stadium. Fue de unos 400 pies contra George Turbeville. Ese día, también impulsó tres carreras e hizo una atrapada memorable. Los Yankees ganaron ese partido por 7-2 contra los Athletics. El efecto del Yankee Clipper (como era denominado por el speaker del Yankee Stadium) ya era una fuerza imparable. Cuatro días despues, batea tres dobles en la victoria Yankee sobre los Browns por 6-1, ahora en St. Louis.
El 14 de junio, los Yankees de Nueva York traspasan al exterior central Ben
Chapman a los Senators por el también exterior Jake Powell. Este movimien-
to hace que Joe DiMaggio sea movido del jardín izquierdo al jardín central.
No muchas veces más se movería de ese lugar. El jardín central del Yankee
Stadium pasaba a tener dueño.
El 24 de junio, Joe DiMaggio se convierte en el tercer jugador en la historia
de la Liga Americana en batear dos jonrones en una misma entrada. Fue en
Chicago, durante el quinto episodio, cuando DiMaggio golpeó a Ray Phillips
con un home run solitario, para seguidamente golpear a Russell Evans con un home run de tres carreras. En esa entrada, los Yankees anotaron 10 carreras. Además, DiMaggio bateó dos dobles más en ese encuentro. Los Yankees ganaron por 18-11. El 7 de julio, Joe DiMaggio se convierte en el primer novato en jugar el Partido de las Estrellas, aunque, quizás se vio superado por el acontecimiento, ya que no bateó ningún hit en sus cinco turnos al bate. Además, cargó con un error de fildeo en jardín izquierdo.
El chico de San Francisco volvía locos a sus nuevos fans con el arranque
espectacular de temporada e hizo soñar a los hinchas con un nuevo campeonato. Joe ya era la mano derecha de Lou Gehrig (la todavía principal estrella de los Yankees). No se veía un potencial ofensivo en los Yankees desde la fila de asesinos liderada por Babe Ruth. Los Yankees acabaron ese primer año de DiMaggio con un registro de 102 victorias por 51 derrotas, nada menos que 19 partidos y medio de ventaja respecto a los Tigers de Detroit que, según los analistas, eran los máximos favoritos para ganar la bandera, como lo hicieron los dos años previos. Sin duda, el efecto DiMaggio destruyó la hegemonía de Detroit durante esa temporada, ya que los récords impuestos por ese equipo demuestran que fue uno de los mejores en el béisbol en toda la historia. DiMaggio, en año de novato, acabó la temporada regular con un promedio de .323 con más de 100 impulsadas (cinco jugadores de los Yankees acabaron con más de 100 carreras impulsadas). Los Yankees llegaron a la Serie Mundial para enfrentarse a los Giants, que también eran de Nueva York (actualmente en San Francisco), en un encuentro denominado The Subway Series).
Los Yankees ganaron la Serie Mundial en seis encuentros, Joe DiMaggio era
campeón de las Grandes Ligas en su primer año como jugador de la Gran
Carpa. DiMaggio, contribuyó al éxito con tres dobles en los seis partidos que
duró el Clásico de Otoño. Joe, en año novato, fue All Star, ganó la Serie Mun-
dial acabando con 25 jonrones e impulsando 125 carreras. Un impacto en la
sociedad americana difícil de olvidar.
Los ojeadores destacaban su bello swing, su excelente colocación en el te-
rreno de juego. Además, Joe poseía las cinco herramientas, algo difícil de ver
en un jugador y por lo que cualquier equipo mata por conseguir. Mantenía
un promedio de bateo muy alto, con un subliminal poder al bate, habilidad y
rapidez corriendo las bases, brazo potente que le permitía lanzar con mucha potencia y puntería desde el jardín: una soberana habilidad en el fildeo.
EL MEMORABLE VERANO DEL 41
Tras conectar 61 hits de forma consecutiva cuando todavía estaba en ligas
menores, Joe DiMaggio tenía en la cabeza que eso era posible ante los gran-
des lanzadores de la Gran Carpa. Sueño que no le obsesionaba, pero que
alguna vez se imaginó repetir. El 15 de mayo de 1941 en un partido frente a
los Chicago White Sox, Joe conectó un sencillo. No hizo mucho más durante
ese partido, pero sin aún ser consciente de ello, comenzaba a gestar la ma-
yor hazaña deportiva jamás vista o, como diría Ted Williams: “Puede ser el
mayor logro de bateo de todos los tiempos”.
Ese verano, Joe estaba de dulce, sólo fue eliminado por vía del strikeout en
13 ocasiones. Algo realmente inhumano. Durante varias fases de la racha
de DiMaggio, el récord impuesto unos años atrás de 44 partidos corría pe-
ligro. Especialmente ocurrió el 26 de junio: no pudo conectar hit en sus tres
turnos al bate previos, ya era la octava entrada y los Yankees necesitaban
su producción ofensiva. Los Yankees ya tenían dos corredores eliminados.
DiMaggio no estaba decidido a ver cortada su racha y quiso seguir en busca
del récord. Conectó un sencillo a la esquina caliente; Joe seguía escribiendo
la historia con letras de oro, la racha seguía viva.
En aquella época, las comunicaciones no son las de ahora, evidentemente.
Por eso, era difícil seguir la hazaña si no estabas pegado a una radio todo el
día o tenías la capacidad de consumir prensa escrita. Por eso, en los pueblos
y ciudades, todos buscaban un sitio que recibiera los periódicos del día para
informarse. Entonces, surgió “la pregunta”, esa cuestión que recorrió todos
los Estados Unidos de punta a punta. Cuando llegabas a un sitio con sufi-
ciente información, decías: “¿Bateó algo ayer?”. No era necesario decir su
nombre, no era necesario saber de qué estaban hablando. Todo el país tenía en la mente quién era, todos sabían la proeza que estaba realizando. Todos querían saber hasta cuándo alargaría una hazaña inalcanzable. Estaba realizando una proeza inimaginable. Los chicos pequeños tenían un único héroe. Les parecía imposible que un humano, como ellos, realizara tal gesta. El palmarés de Joe es muy extenso, pero esa gesta siempre será lo más apreciado.
Hoy en día, aunque vivimos en una época dominaba por los pitchers, nadie
osa acercarse a tal registro. Ni siquiera en recientes épocas del esteroide,
donde los bateadores de poder conquistaron números inimaginables.
Durante el proceso de esa gran actuación también hubo curiosidades. Joe
lijó el mango de su bate preferido 20 gramos porque según él “así estaba
perfecto”. Aunque se lo robaron, afortunadamente unos días después le de-
volvieron su querido bate. El coleccionismo obsesivo ya le rodeaba y todas
sus cosas empezaban a tener un valor incalculable.
Sin embargo, todo tiene su fin: el 17 de julio, en Cleveland, Joe DiMaggio fue
puesto out dos veces, ambos roletazos se fueron en dirección a la esquina
caliente, pero Ken Keltner, el 3B de Cleveland, atrapó la bola, lanzando con
rapidez a 1B. En sus dos primeros turnos al bate ese día fue eliminado por
la ruta 53. Como el 26 de junio, se presentó en la caja de bateo durante la
octava entrada sin ningún hit en ese partido. La expectación era máxima. Joe DiMaggio pegó un roletazo por el campocorto, pero el jugador local la pudo atrapar, lanzó a 1B mientras Joe DiMaggio corría a toda velocidad, pero el jugador de 1B atrapó la bola antes de que DiMaggio llegase a esa primera almohadilla. Joe DiMaggio era puesto out por tercera vez en el partido. La mayor proeza individual de la historia del béisbol llegaba a su fin. No volvería a batear más en ese partido. Cincuenta y seis, esos fueron los partidos consecutivos en los que el italoamericano logró batear al menos un hit.
Durante toda esa racha, la colección de golpeos fue la siguiente: 56 senci-
llos, 16 dobles, 4 triples y 15 home runs anotando 56 carreras y bateando
un promedio de .408 en 223 turnos legales al bate. Se enfrentó en esa racha
a un total de 43 pitchers diferentes. Récord al que nadie logra acercarse.
Marca inhumana que parece imposible que jamás sea superada. El mayor
legado que Joe DiMaggio dejó en el béisbol estaba escrito. Al Smith y Jim
Bagby, esos son los pitchers que se combinaron para frenar a DiMaggio y
dejar en 56 los partidos consecutivos pegando al menos un hit. Sin saberlo,
entraban en la historia del pasatiempo nacional de los Estados Unidos.
Curiosamente, al día siguiente empezó una nueva racha de bateo, aunque en esta ocasión mucho más corta, pues bateó al menos un hit en 16 partidos consecutivos. Cuando acabó esa segunda racha y juntando los números con la primera gran racha, Joe DiMaggio bateó al menos un hit en 72 de 73 partidos.
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Con la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, el país dio
un vuelco en todos los sentidos. Nadie era ajeno a lo que acontecía en el resto del mundo y todos los ámbitos de la sociedad mostraban su preocupación por lo que pasaba alrededor del globo. Esto no era ajeno a los deportistas, habituales seres que viven en un mundo de vino y rosas lejos de los problemas sociales.
Pero hablamos de una época y sociedad diferente, donde servir a la nación
en pleno conflicto era el mayor orgullo y en eso DiMaggio no quería sentir-
se apartado. El 17 de febrero de 1943 decide alistarse en el ejército para
combatir en la II Guerra Mundial. Pide no ser tratado de una manera especial, aunque su servicio durante el conflicto tuvo muchas horas de béisbol, al igual que otras estrellas de las Grandes Ligas que decidieron alistarse en el ejército. Los Yankees dejaron de pagarle los más de 43.000$ que cobraba durante el servicio a la nación y pasaron a pagarle apenas 50 dólares.
El objetivo de los jugadores que estuvieron en el conflicto fue el de mantener alta la moral del equipo, así como instruir físicamente a los soldados, así era la tarea diaria de Joe DiMaggio. Pese a ello, las Grandes Ligas se siguieron jugando. EE.UU. necesitaba vivir con tranquilidad durante el proceso bélico y no querían repetir la mala experiencia de la I Guerra Mundial, cuando la competición se detuvo, generando una histeria colectiva en el país. El béisbol sirvió como distracción de un pueblo preocupado por lo que pasaba en el mundo.
Joe DiMaggio fue destinado a la Base Aérea de Santa Ana, en California.
Instruir físicamente a los soldados que partían hacia Europa era su come-
tido. Antes de completar el año de los tres que estuvo activo, llegó a obte-
ner el rango de sargento. Al año siguiente, en la primavera del 44, Joe fue
destinado a Hawai, pese a los problemas médicos que sufría (úlceras). Allí
estuvo hasta el final del conflicto; en la primavera del 46 volvería a vestirse
el mítico uniforme de los Bombarderos del Bronx. Es cierto que nunca entró
en combate, como por ejemplo Bob Feller, el pitcher estelar de los Indians de Cleveland, que fue aviador y entró en combate en Asia.
Tras volver de prestar servicio en el conflicto más grande de la historia, Joe
siguió con su carrera en los Yankees. Nos perdimos la mejor edad de Joe,
pero éste siguió hasta 1951. En total, 13 temporadas como profesional que
marcaron una época, un legado imborrable en la sociedad estadounidense.
Salvo los tres años del servicio, Joe fue al partido de las estrellas en todas y
cada una de las 13 temporadas que jugó para los Yankees. En todas jugó en
el jardín central, salvo su primera temporada que también patrulló el jardín
derecho e izquierdo. En su penúltima temporada (1950), jugó esporádica-
mente en la primera base, ya que eran muy constantes sus problemas físicos. Joe DiMaggio conquistaría tres MVP:
• 1939: 280 votos, con 110 de diferencia respecto al 2º (Jimmie Foxx, de Boston)
• 1941: 291 votos, con 37 de diferencia respecto al 2º (Ted Williams, de Boston)
• 1947: 202 votos, con 1 de diferencia respecto al 2º (Ted Williams, de Boston)
En los 10 años que no ganó el MVP quedó dos veces en segunda posición, y
en sólo dos temporadas (1946 y 1949) quedó fuera de los 10 primeros en
la votación. Una temporada no entró en las votaciones, la de su último año
como profesional, 1951.
Su línea de bateo de por vida fue: .325/.398/.579
En sus 13 temporadas como profesional, fue eliminado mediante strikeout en 369 veces en 6.821 turnos legales al bate. Por establecer una comparativa, Lou Gehrig fue eliminado por esa vía en 790 ocasiones en 8.001 turnos legales al bate. Gehrig promediaba 59 strikeouts cada 162 partidos (la duración de una temporada regular actual), mientras que DiMaggio promediaba 34.
Joe DiMaggio acabó la temporada regular de la Liga Americana liderando 15
categorías estadísticas en sus 13 años de carrera:
• 1936 Triples (159)
• 1937 Carreras anotadas (151), jonrones (46), slugging (.673) y bases totales (418)
• 1939 Promedio de bateo (.381)
• 1940 Promedio de bateo (.352), OPS+ (173)
• 1941 Carreras impulsadas (125), Bases totales (348)
• 1948 Jonrones (39), carreras impulsadas (155), bases totales
(355) y hit by pitch (8)
• 1950 Slugging (.585)
RÉCORDS Y CAMPEONATOS
• 9 Series mundiales
• 10 banderas de la Liga Americana
• 3 MVP: 1939, 1941, 1947
• Atleta del año para Associated Press en 1941
• 56 partidos pegando al menos un hit
• Porcentaje de bateo de por vida: .325
• 361 home runs conseguidos
• Ganador de dos títulos de bateo: .381 en 1939 y .352 en 1940
• Electo para el Salón de la Fama en 1955
• Votado como el mejor jugador vivo de la historia en 1969
• Elegido en el equipo del siglo en 1999
OTRAS CONSIDERACIONES, PREMIOS Y REGISTROS
• En las ediciones de 1936 a 1942 jugó todas y cada una de las
entradas en el All Star.
• Bateó 8 jonrones en las Series mundiales, aunque curiosamen-
te ninguno en el Yankee Stadium.
• Fue el primer jugador en superar los 100.000 dólares como sueldo.
• El 5 de julio de 1937 batea su primer Grand Slam, contra los
Red Sox. Ese mes, sube el récord de HRs en un mes a 15.
• Sus renovaciones siempre fueron tormentosas. Incluso se llegó
a perder algunos primeros partidos (como en 1938), por no re-
cibir el salario que él creía conveniente. Se refugiaba en su San
Francisco natal.
LA EVOLUCIÓN DE SUS CONTRATOS
1936: 7.500$, 1937: 15.000$, 1938: 25.000$, 1939: 27.500$, 1940:
32.000$, 1941: 37.500$, 1942: 43.750$, 1943: servicio militar, 1944:
servicio militar, 1945: servicio militar, 1946: 43.750$, 1947: 43.750$,
1948: 70.000$, 1949: 100.000$, 1950: 100.000$ y 1951: 100.000$.
Desgraciadamente, el paso de los años afecta a todo el mundo y Joe puso
final a su carrera deportiva en 1951. El 16 de octubre, tras ganar la Serie
Mundial, dijo en conferencia de prensa: “He jugado mi último partido. Si no
puedo hacer las cosas bien, no quiero jugar más. Ya no soy el mismo”. Lleva-
ba dos años arrastrando problemas de tobillo. Su última temporada, la peor
de su carrera, terminó con números discretos para él. Bateó un promedio de .263 con 12 home runs y 71 carreras impulsadas.
NACE EL MITO
Con la retirada, el personaje no fue olvidado, sino que empezó en toda la
sociedad una fiebre por Joe DiMaggio inimaginable. Apareció en música, pe-
lículas, teatro y cine. Inspiración para varios directores, además de vocación
por él. Hemingway o Simon & Garfunkel, entre otros, fueron varios persona-
jes que rindieron homenaje a DiMaggio en sus obras.
Hoy en día, sus cromos siguen siendo objeto de deseo; la memorabilia de
cualquier cosa relacionada con Joe DiMaggio se sigue pagando mucho, in-
cluso con el paso del tiempo, aún más. En 1993, llegó a firmar 1.941 bates
que se vendieron por un montante total de 4 millones de dólares. El más caro se vendió por 3.995$.
Siempre profesional, su legado moral fue que siempre se esforzaba para los
fans, incluso cuando daba sus últimos coletazos como profesional con tan-
tos problemas físicos. En los últimos años de su carrera, un compañero de
equipo le preguntó: “¿Por qué juegas siempre tan fuerte? Ya no tienes nada
que demostrar y tienes problemas de lesiones”. A lo que Joe DiMaggio con-
testó: “Puede haber gente ahí que nunca me haya visto jugar”.
Durante una reunión en Cooperstown (lugar sagrado para los aficionados del béisbol en EEUU, y donde está instalado el Salón de la Fama), alguien lanzó la siguiente pregunta: “¿Qué significa Joe DiMaggio para Estados Unidos?”. A lo que alguien contestó: “Joe es América”.
NUEVE MESES CON MARILYN
Joe DiMaggio se casó en enero de 1937 con la actriz Dorothy Arnold y más de 20.000 personas (entre invitados y curiosos) se acercaron para ver el enlace de la famosa pareja. Tuvieron un hijo en común, Joseph Paul DiMaggio ll, que nació el 23 de octubre de 1941. El matrimonio no duraría mucho más, pues en 1944 (cuando Joe prestaba servicio en el ejército de los EEUU) se divorciaron. A partir de ese momento, Joe se centró aún más en su carrera deportiva.
Un año después de su retiro, en 1952, conoció a una actriz que ascendía a
los altares de Hollywood muy rápido: su nombre era Marilyn Monroe. Tras
unos meses de noviazgo, se casaron el 14 de enero de 1954, con el título
impuesto por la prensa de “matrimonio del siglo”. La historia de amor que más cautivó nunca a una nación. Sin embargo, el enlace sólo duró nueve meses. Las diferentes personalidades de ambos influyeron mucho en el fracaso del matrimonio. Joe, ya retirado, quería una vida tranquila, sin mucha repercusión. Sin embargo, Marilyn no estaba dispuesta a pasar casi al anonimato cuando su carrera proyectaba impulsarle a ser la actriz más famosa del mundo. Joe, celoso en repetidas ocasiones de la “pasión rubia”, no se sentía muy cómodo estando casado con la mujer más deseada del país, e incluso le molestaba el papel de sex simbol que la industria cinematográfica le asignaba a la actriz más popular del planeta. Eso se vio reflejado en la intromisión del ex-beisbolista en más de un rodaje de la actriz. Pese a ello, y alguna agresión reconocida por parte de Joe en su biografía (algo que Marilyn le perdonó públicamente), tanto él como ella consideraban al otro un buen amigo. Se llegó a especular con la reconciliación meses antes de la muerte de la actriz. Él reconoció a sus allegados que era la mujer de su vida y, aunque ella nunca lo hizo público, su entorno considera que para ella Joe fue el amor de su vida. Tras la muerte de la actriz el 5 de agosto de 1962, Joe reclamó su cuerpo y organizó todo su funeral. Incluso, hasta el día de su muerte, mandó tres veces por semana un ramo de flores a la tumba de Marilyn, visitando la tumba en numerosas ocasiones para entregar personalmente sus flores. Joe quedó profundamente afectado por la muerte de la actriz, algo que le marcó de por vida.
Tras el fallido matrimonio, Joe volvió al béisbol. Fue mánager de los Athletics
de Oakland en los años 68 y 69.
DiMaggio fue un fumador empedernido durante gran parte de su vida adulta. El 12 de octubre de 1998 fue operado de pulmón ya que padecía cáncer. Estuvo ingresado durante 99 días y fue dado de alta el 19 de enero de 1999. Tan sólo dos meses después, el 8 de marzo, Joe DiMaggio muere. Su funeral se llevó a cabo el 11 de marzo en la iglesia católica romana St. Peter and Paul de San Francisco. Siendo enterrado en el cementerio de la Santa Cruz en Colma, California.
“Era un hombre que sabía que era el mejor jugador del país y estaba orgulloso de ello, sabía lo que la prensa y los fanáticos esperaban de él. Hacía todo lo posible para conservar esa imagen. Él sabía que era Joe DiMaggio y lo que esto significaba para el país”. (Robert Moses ‘Lefty’ Grove).
* Texto publicado por Andrés Marchante en la revista #9 del Magazine de Martí Perarnau.